Llueve, y sorprendentemente esto me hace sonreír. No
es que lo eche en falta sino que me trae recuerdos agradables, aunque sutiles y
melancólicos, momentos demasiado monótonos y aburridos, momentos grises sin
vida ni fuerza.
Es agradable sentir esas pequeñas gotitas de
lluvia en la cara de vez en cuando, pero si he de mojarme yo prefiero una tormenta, un torrente
empapándome entera, calándome hasta los huesos, produciendo sensaciones intensas
de esas que no se olvidan, haciéndome sentir su pasión, su fuerza, su poderío,
haciéndome sentir viva.
Lo sutil es agradable, tranquilo, más
estable, no digo que no, y a veces también necesario, pero lo justo para coger
fuerzas de nuevo. Porque si esa tranquilidad se torna constante, monótona,
rutiaría al final es como vivir en un
pueblo, me aburre, no es para mí, no al menos de momento. Le falta vida, le falta pasión, es como
dejar de sentir, como un coma profundo que tal vez sea necesario un tiempo,
para sobreponerse de un shock traumático, para conseguir paz, para cargar las pilas. Es como pasear
por un cementerio, me gusta ir en
ocasiones, pero solo para escuchar a los muertos que me susurran: “Carpe Diem…”,
como en esa película de Peter Weir. Puedo escucharlos, sentir sus almas
pidiéndome que viva mientras pueda. No voy
a hacer de mi vida un cementerio, no estoy muerta y no quiero vivir la vida
como si lo estuviera….
Todo lo que ha ocurrido antes de en este
momento ya es pasado, y para mí lo
pasado, pasado está, ya no está, como
esos muertos, puedo sentirlo pero se ha ido y he de seguir adelante. No voy a negar
que a veces recuerde cosas, pero creo
que cada vez son menos, anclarse en el pasado te impide crecer y terminas viviendo
en una constante comparativa sin llegar a apreciar el momento actual en toda su
intensidad, y este momento acaba de pasar al pasado, continuamente lo hace, ya
no se puede rectificar, ¿Por qué molestarse en desear volver a él si ya nada se
puede cambiar? Hay tanto en el presente por hacer, por disfrutar, por sentir….
Y el presente, aaah! el presente…. está ahí, nuevito, sin estrenar, como unos
zapatos de domingo, y son nuestros zapatos, los que debemos calzarnos cada día
para recorrer el camino, para construir un pasado por el qué tal vez un día,
cuando seamos viejos, nos guste salir a pasear. A recordar, porque ya no
podamos hacerlo con nuestros pies . Pero todavía no soy vieja, no me siento
vieja, ni mayor para hacer nada que quiera hacer, la edad está en la mente y
conozco gente vieja con muy pocos años. Es la falta de ilusión lo que envejece,
perder las ganas de vivir, de luchar, de pelear, de conquistar, de cruzar la
frontera de nuestras propias limitaciones, es dejarse ya mojar por esa suave
lluvia en lugar de salir a saltar bajo la tormenta.
Me gusta vivir el presente, sentir que me
pertenece y puedo hacer con él lo que me dé la gana, porque sé que puedo, y tú
también. Sentir como la sangre corre por mis venas, como se mueve en mi
interior, como soy capaz de emocionarme
con las pequeñas cosas, con los detalles, con sorpresas inesperadas, con
sonrisas ajenas, con el entusiasmo de una voz, con la lucha de los otros y
hacerlas mías, sentir que todo eso está
dentro de mí me da fuerza y puedo comerme
el mundo, soy yo quien conduzco y puedo pisar o soltar el acelerador cuando me dé la gana.
Dejarse mojar por esa suave y sutil lluvia puede estar bien, pero yo todavía disfruto saliendo a
saltar bajo la tormenta, todavía amo la Vida……
No hay comentarios:
Publicar un comentario