@-LAS PIEDRAS-@


La vida va generando en cada uno de nosotros pequeñas cicatrices. Dependiendo del tipo de vida que se haya vivido se cargan más o menos de esas cicatrices. De ellas creemos aprender, pero no es así, lo que nos hará crecer será asumirlas, enfrentarlas y superarlas, son un lastre pesado con el que cargamos, si no las superamos, aunque pase el tiempo, continúan ahí y reaparecerán. Las provocan, lejos de lo que se pueda pensar, no grades catástrofes sino pequeñas acciones que nos hieren, esas pequeñas cositas que para nosotros son importantes y para cualquier otro son insignificantes, esas cositas inconfesables difíciles de apreciar.
Debes intentar superarlas desprendiéndote de ellas, y perdonando. Lo consigues contándoselas a un amigo, a tú pareja a un familiar especialmente cercano….pero,  si elegiste mal a la persona en la que depositaste tu confianza, o si esa persona no aprecio el grado de importancia que tenían para ti, se vuelven a abrir y consiguen que la próxima vez  seas más hermético y cerrado, que ya no confíes en nadie, que  sientas que la vida te dio la espalda……..otra vez.
Entonces  tendemos a considerarlo un error, creemos que hicimos mal al confiar en alguien equivocado en determinado momento, y  consideramos que podía haber sido decisivo si hubiéramos actuado de otro modo, si nos hubiéramos callado en determinada ocasión, si no nos hubiéramos abierto, pero es absurdo pensar eso, ¿has intentado comprender por qué deseas contárselo a alguien?
Hablar es una liberación, expresar te quita peso, el peso del silencio. Tal vez simplemente no te dijo lo que tú querías oír y abrió esas heridas sin curar, porque no buscabas respuestas, sino solamente comprensión. Tal vez crees que tan solo tú sufres más que nadie, tal vez tú ya te juzgaste y condenaste al silencio, y no permites que nadie te juzgue de ese modo, no te gusta oírlo, porque nadie puede juzgar la vida que no vivió. Es cierto.  Cada uno es un conjunto de sus propias vivencias y de las decisiones que tomo,  pero no es inamovible, siempre puede ser mejor, siempre puede cambiar lo que no le gusta, tan solo ha de desear cambiarlo por sí mismo, no por nada, ni por nadie. Aceptarse, perdonarse y crecer.
Nunca diré de esta agua no beberé porque he bebido una y otra vez en las mismas aguas, hay cosas en mí que no cambio porque me gustan como son, y sé que volveré a beber del mismo agua el día que lo desee. En muchos aspectos terminaré  actuando de la misma manera en las mismas circunstancias, pero seré otra persona en otro momento de la vida, seré mejor y esos actos tendrán distinto resultado, porque yo los cambié, porque nada se repite solo se transforma.
 Solo puedo guiarme por lo que siento, lo que me sale. Y si no sale, es porque no lo deseo. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos, tres, cuatro veces con la misma piedra, y si tuviera vida suficiente, hasta infinitas, porque no se da cuenta de que esa piedra con la que está tropezando, es él mismo. No entiende que nada lo puede dañar más que él, qué nada lo puede hacer más feliz que él mismo. La felicidad empieza por amarse a uno mismo y tener capacidad para ser consciente de ello, sin ese temor absurdo. Tan solo disfrutar de lo hermoso que pasa por su vida sin intentar poseerlo, retenerlo, o transformarlo, tan solo amarlo y dejarlo libre, como el viento, como el mar….
Se tiende a pensar, que los jóvenes, cualquiera que sea más joven que tú, no saben dela vida, que somos más sabios por la edad, las experiencias o la perspicacia. Posiblemente en algunos aspectos sea  así, pero en muchos casos, esa falta de experiencia, de cicatrices, convierte a algunos jóvenes,  a mis ojos, en seres interesantes e impresionantes, que saben disfrutar de la vida, que expresan lo que sienten como lo sienten, por eso siempre me gustó rodearme de ellos y escucharles, no solo oírles. Carecen de ese lastre de supuesta experiencia y lo compensan con grandes dosis de entusiasmo y pasión, por eso resultan tan atractivos. Incluso los niños son grandes maestros, yo conozco dos maestrillos a los que siempre me gusta escuchar, su visión de la vida no está dañada, no de momento,  los respeto como las personitas que son, siempre he aprendido tanto de ellos como de cualquier persona de mayor edad, que pueden darte una visión siempre distorsionada de la vida, la visión personal creada por sus experiencias pero que nunca son ni serán las tuyas, ya que como dice mi padre: “Cada uno cuenta la feria como le fue en ella”.
Algunos lo llaman desengaños, otros heridas y otros pensándose más sabios experiencia, sin pararse a pensar que esa “experiencia” mal gestionada, inhibe su frescura, su expresividad, sus ganas de vivir. Los momentos de la vida nunca se repiten de igual manera aunque a veces tengamos la impresión de que sea así, es imposible, porque nosotros nunca somos exactamente los mismos ni un momento es exacto al anterior, vamos creciendo, cambiando, mutando, como la vida misma….
Mi falta de experiencia en muchos aspectos  creo que me ha dotado, a mi edad, de esa parte de entusiasmo juvenil que mantengo intacto en mi interior. Me ha causado daño, en ocasiones muchísimo, pero he intentado entender que es lo que lo provocó, y asumir mi responsabilidad. No busco culpables de mis errores, tengo una vida para vivirla como me dé la gana, soy responsable de ella, yo y nadie más. Voy en busca de lo que deseo con toda la pasión de que soy capaz y agradezco todo lo que me aporta algo bello a mi vida. De las experiencias, heridas o vivencias solo deseo sacar el lado positivo, el vaso siempre estuvo medio lleno para mí. No quiero perder, en cierto grado, mi parte ingenua, mi confianza en el ser humano, dejar que ese lastre, mi propio lastre me supere, me haga crecer hacia dentro a base de hostias, prefiero expresar y sacarlo fuera,  buscar cuales son mis piedras, verlas, calcular sus dimensiones  y saltármelas cuando me las encuentre. Aprender a saltar…. bien alto.



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