@-LOCURAS DEL ALMA-@

Hace mucho tiempo solía creer que el alma era invisible, algo  que nos dotaba de fuerza, energía, vigor, alegría, paz…pero que a su vez nos hacía sentir el dolor, la tristeza y el sufrimiento. Era delicada, frágil y había que cuidarla y cultivarla de una forma espiritual. Por aquel entonces pensaba que dicha fuerza provenía de fuentes externas pero que se localizaba en nuestro interior, cerca, muy cerca del corazón. Esta idea no era originalmente mía, sino que lógicamente estaba influenciada desde la infancia, en general por  los que yo  vengo llamando “GDM” (Grupo De Manipuladores) a saber: entorno, iglesia, escuela, cultura…etc. Pero, por algún motivo, nunca caló (o “coló”) entre mis propias ideas, no se ajustaba a mi percepción personal ni a la visión particular que yo tenía del asunto y de casi todos los asuntos que en general  provenían del “GDM”. Así que con el tiempo fui cambiando, desprendiéndome y aprendiéndome, investigándome y descubriéndome, comencé a crear otra forma, otra manera de pensar, otra manera de ver la vida...LA MIA PROPIA. Cada vez creía menos en la parte abstracta e invisible del asunto y se dibujó en mi mente una idea más realista y visible, empecé a pensar que probablemente ese alma no era, ni más ni menos, que nuestro cerebro, o más bien, una manifestación de lo que este generaba sobre nuestro ser.  

Todas y cada una de las sensaciones  que describimos como “del alma”; el dolor, la tristeza, la melancolía, el placer, la emoción, la esperanza; están generadas por situaciones o percepciones de nuestro cerebro, y a menudo, las interpretamos mal y las identificamos peor. Cuando conocemos nuestra mente  conocemos el origen del sentimiento y podemos ser capaces de cambiar lo que provoca sobre nosotros. De él parten todas y cada una de las emociones y sensaciones de nuestra vida,  es el motor que mantiene el cuerpo funcionando todos los días sin apenas descanso, nunca se detiene, ni tan siquiera cuando dormimos, aunque necesariamente, en este estado se ralentice su rendimiento hasta el mínimo para poder seguir adelante al despertar. Se podría decir que es independiente, pero realmente no es así. Depende de nosotros, en gran medida está en nuestras manos dominarlo, pero debe conocerse su funcionamiento o corremos el riesgo de ir “a la deriva”. Tanto es así, que de lo contrario corremos el riesgo de que él domine nuestra existencia hasta llevarnos a límites insospechados, a situaciones extremas que jamás pensamos llegar a vivir y que terminarán por hundirnos si no le prestamos la debida atención. Es la parte esencial de nuestras vidas y debemos tomar las riendas, pero…¿Tenemos esas riendas?

Desde nuestro nacimiento se encargan de alimentarnos, cuidarnos, protegernos, enseñarnos a comunicarnos, a ser correctos…etc. Todo esto y más, en mayor o menor medida, buena o malamente y todo para nuestro crecimiento, pero ¿quién se encarga de nuestra mente? O mejor dicho ¿quién se encarga del sano crecimiento de nuestra mente? NADIE. Prácticamente no se le presta atención, casi se podría decir que es desatendida por completo. No se encarga nadie (o casi nadie) de estudiarla, protegerla,  cultivarla en el mejor de los sentidos, nadie atiende a todo lo que soporta aparentemente callada pero antes o después formará un escándalo en nuestro interior  provocando la escisión total de lo que en sí somos.
La mente es nuestro epicentro, nuestra alma y debe estar en armonía con el resto de nuestro ser. Si no nos encargamos de ella como merece, como una esponja  absorberá todo cuanto nos rodea, bueno y malo (más de lo otro que de lo uno), acumulando y acumulando información sin descifrar y reaccionando al entorno de las formas más enrevesadas. Si no se la atiende, si no se la tiene en consideración ni se toma molestia de dedicarle el tiempo necesario para entenderla tarde o temprano se apodera de nosotros arrastrándonos hacia los senderos de la autodestrucción y  apenas nos daremos cuenta.

Es curioso, nuestro cuerpo es una máquina perfectamente creada con un motor del que no tenemos manual de instrucciones y cuenta con un sistema capaz de autodestruirse si no damos a tiempo con la clave para su control. Somos una bomba de relojería que explotará a menos que dediquemos tiempo y esfuerzo al conocimiento de nuestra alma, de nuestro motor, de nuestra mente. La psicología ha hecho grandes avances en este terreno, pero todavía seguimos anclados en el pensamiento del “yo no lo necesito”  y del “eso es para los locos” y mientras tanto nos perdemos en los abismos del desconocimiento psicológico, personal y espiritual.


Tengo la férrea creencia de que mi alma está en mi mente. Lejos de lo que pueda parecer, todo lo que me llega en forma se sentimiento me lo proporciona ella. No siempre fuimos grandes amigas mi mente y yo, de hecho, durante años compartimos casa en versión cerebral de  “La Guerra de Los Rose” era más una lucha que una convivencia, pero firmamos una tregua y nos permitimos conocernos mutuamente. Cuanto más la conocía, más satisfacciones me proporcionaba, eso sí, ya nunca podremos abandonar esta relación “amorosa”, posiblemente, la primera historia de amor sincero y verdadero de mi vida. Sé, que como todo buen amor  llevará tiempo (toda la vida) pero ese tiempo es imprescindible. Nunca pienses: “no puedo perder tiempo con tonterías”  “hay cosas más importantes que hacer” no las hay,  nada hay más importante que el bienestar del alma, de la mente, del motor de mi vida…. Nada hay más importante que encontrar la paz interior y vivir en ella y con ella, nada funcionará sin hacer funcionar antes esta relación de amor individual, íntimo y personal.  Sin amarte a ti mismo jamás lograrás conocer el verdadero amor….Ey!! y no, no es egolatría ni narcisismo….es sencillamente autoestima. Ámate y descifra  la clave de tu mente para llegar a tu alma y cuando des con ella, hazla  tuya, pues será el olimpo de tus dioses o el infierno de tus demonios y te acompañará para siempre todos los días de tu vida hasta el fin de los tiempos….

1 comentario:

  1. Jajajaja... Cuanta razón tienes, de verdad
    Y hoy mi risa es una risa triste

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