@-A LA MIERDA LA CRISIS-@

Crisis. La palabra me aburre soberanamente, como esas canciones trilladas de tanto escucharlas, pero no se puede negar que irremediablemente quedará adherida a una época concreta, a una etapa que podrá variar entre diferentes años para unos y otros, porque no todos la han sufrido en sus carnes, ni en el mismo momento, ni con la misma intensidad. Además, cada uno la habrán vivido o estará viviendo de muy diferentes maneras, algunos, incluso no se habrán enterado todavía de lo que estamos hablando exactamente. Pero, ¿Quién dijo crisis? Aunque suene a economía, a mí esta palabra siempre me pareció que hacía más referencia a asuntos del corazón, o más bien del alma, porque, ¿acaso no es en el alma donde se sienten todas las crisis? donde comienzan y terminan; donde sin duda siempre estuvieron, están y estarán…

Simplemente, hay personas, que todavía no han localizado su “crisis” y al fallar el capital, fundamento básico de su felicidad, sobre todo para quién nunca vivió una situación similar,  se les revela con toda su intensidad, se vuelve patente y palpable, más fácilmente reconocible y en algunos casos, insuperable. Dramas económicos aparte (porque sin duda los hay y  muy encarnizados) pienso que la sociedad de hoy en día; obligada  por la situación económica; está sintiendo con mucha más intensidad  la crisis del alma. Lo están viviendo en primera persona y lo más jodido es que muchos, no disponen de recursos emocionales para hacerle frente. A pesar de ello, y con la fuerza de ese instinto de supervivencia que todos llevamos dentro, los valientes continúan luchando y peleando para seguir adelante, buscando respuestas y soluciones a su “crisis existencial” más que a la económica. Esa gente me fascina, esa que no se rinde y sigue prestando más que nunca atención a su alma, a lo que DE VERDAD necesita, y no tanto a lo que pensaba que necesitaba y que no era más que un espejismo en el desierto, que desapareció como desaparece el fuego artificial, en el aire, hacia un lado u otro según sopla el viento. Esa gente, busca paz, soledad o amistad, busca con quien compartir momentos de alegría y no debates sobre el estado de la nación en el bar de la esquina, es gente que habla poco pero dice mucho, se mueve por las personas, se implica en lo que cree y ayuda, como puede ayudar, moralmente, porque esa es la ayuda que más se necesita ahora mismo. Jamás vi tanta gente a mi alrededor necesitada de cariño, jamás vi tan claramente el milagro de sentirse arropado o querido por lo que uno es y no por lo que uno tiene y sobre todo jamás vi tanto agradecimiento en los ojos de las personas que, sin pedirlo sintieron la grandeza de recibir justo lo que necesitaban…

Yo no entiendo de economía, pero no soy gilipollas (o quizá sí) pero tengo la sensación de que nos toman como tales. La economía del país o del mundo no la observo más allá de unos señores que se reparten el dinero como lo hacía el supuesto “amigo” de un señor de pueblo que yo conocí, y que no por ser de pueblo era menos inteligente que cualquier otro individúo, sino más bien, más listo que muchos y que se daba cuenta a la primera de que le estaban robando. Este,  se limitaba a hacerse el tonto, dios sabe porque, aunque no dudo de que tendría sus buenas razones. Aquel “amigo” suyo repartía con él  los beneficios de la siguiente manera: “Uno para mí, uno para ti, uno para mí y descansamos; uno para mí, uno para ti, uno para mí, y descansamos…”y así sucesivamente. En definitiva, barriendo para su casa. Pero estos señores que nos gobiernan lo llevan haciendo durante años en nuestras propias narices sin que tan siquiera hayamos rechistado, y yo me pregunto, si todos/as nos hemos dado cuenta ¿qué razones tenemos para seguir aguantándolo? ¡Señores! (por decir algo educado) está claro que ya nos hemos enterado de la jugada, así que hagan el favor de mostrar un mínimo de vergüenza y empiecen a devolver lo robado. ¡Ciudadanos! si dejamos que nos manipulen y roben a su antojo nunca cambiará esta situación, hagamos el favor de obrar en consecuencia o no sé hasta qué punto no empezaremos a pasar de ser víctimas a ser cómplices. Piénsenlo.

Pero, volviendo al tema en que me ocupa, que no es el económico precisamente, me reafirmo en la certeza de que la crisis más desgarradora está más en las almas que en los bolsillos. Al ser conscientes, evaporado el capital, de lo solos que estamos en el mundo, de la soledad del alma cuando realmente estamos solos; cuando no tenemos a nadie; nadie que comparta nuestras penas y alegrías, nadie que acuda cuando lo necesitamos, nadie que nos abrace, nos ame, nos apoye, alguien en quien confiar, que nos regale su sonrisa, que desee cuidarnos, que nos quiera tal y como somos. Solos, cuando comprobamos con nuestros propios ojos lo que queda cuando lo material ha desaparecido. Esa es la verdadera crisis, y la que muchos, a pesar de estar forrados seguirán padeciendo por toda la eternidad, porque esa medicina, ese antídoto para el alma, no se compra con dinero. En fin, quedémonos con el  lado positivo, que es el que más me gusta contemplar. Esta crisis nos está mostrando la crónica negra de un país, pero también el lado más humano de un pueblo, y es con este lado con el que me quedo. Ya que de no ser así, los verdaderos valores del ser humano es posible que nunca hubieran aflorado a la superficie con tanta fuerza y   hubieran permanecido sepultados por capas y capas de hipocresía, indiferencia, intolerancia, autosuficiencia y un largo etcétera de todos esos adjetivos que suelen adquirirse del brazo de Don Dinero por los siglos de los siglos…

Sentirse rico cuando no se tiene nada (nada material) es un milagro en sí mismo. Sentirse en casa cuando no se tiene hogar, sentirse querido por lo que eres y no por lo que tienes o lo que desean conseguir de ti; ser generoso por que nace del corazón y no de la cartera, sentir la alegría de esos amigos que no la disfrutan igual sino la comparten contigo; saber que valoran tu compañía y es, tan solo eso, lo que necesitan de ti y te lo dan sin pedirlo; escuchar la carcajada de un niño, su  ilusión por cositas pequeñas, su ternura, cuyo único fundamento es el amor que siente hacia ti…eso, es la base de mi economía, la que nunca entrará en crisis porque depende de mí y de ti exclusivamente y la que me hace sonreír cada mañana, porque sé que mi alma, por más ladrones que gobiernen, nunca entrará en crisis si te tengo a ti, a ti y por supuesto, A Ti…


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